Hace 17 años, en una cocina pequeña de Zamora, Michoacán, Doña Mary decidió compartir algo más que una receta: compartió su historia. 

Con paciencia, ingredientes unicos y mucho cariño, comenzó a preparar rompope artesanal como lo hacía su abuela.

Lo que nació como un antojo y una forma de independencia económica, se convirtió en una tradición que hoy sigue viva.

Cada botella que entregamos lleva ese mismo origen: fuego lento, manos reales y un sabor que no se improvisa.

Somos más que una marca, somos una familia. Y por eso, lo seguimos haciendo como se debe: con respeto a la receta y amor por quien la recibe.